“Las Muñecas de trapo” y el Amor de Dios
“…NUESTRAS JUSTICIAS [SON] COMO TRAPO DE INMUNDICIA” (Isaías 64:6b)
En su niñez, Ruthie tuvo una larga y cariñosa relación con una harapienta muñeca de trapo a la cual llamaba Susy. Susy había sobrevivido a una inundación, perdido un brazo y su cabeza colgaba hacia un lado. Pero a Ruthie no le importaba; amaba tanto a Susy que veía más allá de las condiciones en las que estaba. Y eso es una imagen del amor incondicional de Dios por ti.
El mundo está lleno de “Susys”: “muñecas de trapo” divorciadas,violadas, abandonadas, adictas, heridas, quebradas…, todas ellas marcadas por el pecado. Quizás tú hayas sido una de ellas. Tal vez todavía lo eres. Isaías preguntó: “¿Podremos acaso ser salvos?… nuestras justicias [son] como trapo de inmundicia” (Isaías 64:5b,6b). La respuesta es que ¡Dios es un especialista en “cirugía reconstructiva”!
Por eso existe la cruz. En ella, Jesús llegó hasta el final para demostrarnos su amor por nosotros. Y ¡ese amor -al adherirse a una humanidad hecha “jirones”- crea valor a cada uno, transformándonos en tesoros sin precio!
Escucha: …pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestra su amor parar con nosotros… siendo aún pecadores… (Romanos 5:7b,8). Él no te creó porque estuviera aburrido y necesitara un proyecto; lo hizo por amor. C.S. Lewis dijo: “Dios, quien no necesita nada, amorosamente dio existencia a criaturas completamente inútiles con el fin de poder amarlas y perfeccionarlas”. ¡Sorprendente!
Estábamos tan dañados por el pecado que, humanamente hablando, lo más lógico hubiera sido desecharnos y empezar de nuevo. Pero por razones que nunca comprenderemos, el amor de Dios se adhirió a nosotros en el Calvario y no nos dejó – haciéndonos inmensurablemente valiosos a sus ojos. ¿No te alegras?
Es posible que después de leer este escrito te preguntes: Bueno y donde esta ese Dios que transforma? La respuesta es simple: Siempre ha estado allí amandote INCONDICIONALMENTE hasta que pudieras escuchar, decidir y seguirlo con alegría y amor inalterable. A partir de hoy no serás más de : “Trapo” si no de la misma esencia de Dios. Si el Dios que envió a Jesucristo a esta tierra por ti y por mi.
Mil Bendiciones!
"Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí". S. Juan 14:6.
martes, 26 de noviembre de 2013
Artículo recibido de DEVOCIONALES CRISTIANOS
¿Por qué no recibes a Jesús, el Hijo de Dios, y le haces Señor de tu vida hoy?
PARA QUE TODO AQUEL QUE EN ÉL CREE NO SE PIERDA, SINO QUE TENGA VIDA ETERNA” (Juan 3:16b)
¿Cuándo llega la salvación? Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal. Sencillo, ¿verdad? ¡Cristo el Salvador, y el hombre el creyente! ¿Pero significa eso que la vieja naturaleza no vuelva nunca a levantar su fea cabeza, o que instantáneamente seamos capaces de resistir cualquier tentación? No; compara tu nuevo nacimiento con un bebé recién nacido. ¿Puede caminar? ¿Puede alimentarse? Aun no, pero algún día lo hará.
¿Se avergüenza de él su mamá en la sala de partos? ¿Se avergüenza de que no sepa hablar, o dar un discurso? ¡Claro que no! Ella está orgullosa de él. Sabe que el crecimiento llegará con el tiempo; y lo mismo ocurre con Dios. Escuche: “El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca…” (2 Pedro 3:9). Dios es más paciente con nosotros de lo que nosotros lo somos con nosotros mismos. Asumimos que si caemos, es que no hemos nacido de nuevo o que si tenemos los viejos deseos, entonces es que no debemos de ser una nueva creación.
Pablo escribió: “…el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará…” (Filipenses 1:6). Tu nuevo nacimiento es como el primero: Dios te da lo que necesitas y otra persona hace el trabajo. Al igual que los padres son pacientes con su bebé recién nacido, así también Dios es paciente contigo. Pero hay una diferencia: la primera vez no tuviste opción en cuanto a nacer, pero esta vez sí. En la cruz, la obra fue de Dios. ¡Ahora la elección es tuya! ¿Por qué no recibes a Jesús, su Hijo, y le haces Señor de tu vida hoy? Si lo haces, ¡nunca lo lamentarás!
Bendiciones!
PARA QUE TODO AQUEL QUE EN ÉL CREE NO SE PIERDA, SINO QUE TENGA VIDA ETERNA” (Juan 3:16b)
¿Cuándo llega la salvación? Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal. Sencillo, ¿verdad? ¡Cristo el Salvador, y el hombre el creyente! ¿Pero significa eso que la vieja naturaleza no vuelva nunca a levantar su fea cabeza, o que instantáneamente seamos capaces de resistir cualquier tentación? No; compara tu nuevo nacimiento con un bebé recién nacido. ¿Puede caminar? ¿Puede alimentarse? Aun no, pero algún día lo hará.
¿Se avergüenza de él su mamá en la sala de partos? ¿Se avergüenza de que no sepa hablar, o dar un discurso? ¡Claro que no! Ella está orgullosa de él. Sabe que el crecimiento llegará con el tiempo; y lo mismo ocurre con Dios. Escuche: “El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca…” (2 Pedro 3:9). Dios es más paciente con nosotros de lo que nosotros lo somos con nosotros mismos. Asumimos que si caemos, es que no hemos nacido de nuevo o que si tenemos los viejos deseos, entonces es que no debemos de ser una nueva creación.
Pablo escribió: “…el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará…” (Filipenses 1:6). Tu nuevo nacimiento es como el primero: Dios te da lo que necesitas y otra persona hace el trabajo. Al igual que los padres son pacientes con su bebé recién nacido, así también Dios es paciente contigo. Pero hay una diferencia: la primera vez no tuviste opción en cuanto a nacer, pero esta vez sí. En la cruz, la obra fue de Dios. ¡Ahora la elección es tuya! ¿Por qué no recibes a Jesús, su Hijo, y le haces Señor de tu vida hoy? Si lo haces, ¡nunca lo lamentarás!
Bendiciones!
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