En amor vivimos cuando el Señor está en nosotros.
Vivimos gracias a su amor, su bondad, su generosidad, por su maravillosa obra y en un universo creado por Él.
Cuando hablamos con las personas que nos rodean o conocemos cada día, nuestra intención es compartir con ellas todas las vivencias que el Señor nos regala cada día con su curación, tal como Jesús hacía, nos libera
del miedo,
la soledad,
la fe equivocada que nos confunde y no encontramos salida, ni tenemos verdaderos cimentos en los que basar nuestra existencia,
la tristeza y la melancolía,
el resentimiento y el odio,
la rabia y la impotencia,
la aprensión,
una enfermedad física o psicológica, como en mi caso con la depresión y los ataques de ansiedad que durante 30 años me han acechado con ideas suicidas para escapar del dolor,
la situación familiar o sentimental,
y otras tantas desventuras por las que pasamos los seres humanos.
Estas experiencias son las que nos hacen la vida tan difícil.
Son horrores que nosotros nos creamos, y que el Señor cuando está nosotros elimina con el poder de su Santa Palabra.
Son muchas las emociones de desconsuelo que nos rodean hoy, tantas personas que conocemos están con una gran desconfianza, porque ven un porvenir extraño, tienen incertidumbre de no saber como va a ser a continuación.
Eso mismo me pasaba hace años, antes de conocer al Señor.
No encontraba el camino, porque no conocía a Jesús, por Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Cuando Él se manifestó en mi vida, ante una situación de desengaño, fue por un e-mail que recibí de una web de la nueva era, en la que había de todo menos de lógica, sensibilidad y misericordia, que me asustó, llorando pedí al Señor su ayuda, su dirección divina; porque fui consciente de en "donde estaba metida", por donde caminaba ignorante y convencida de que todo era aceptable, en cuestiones espirituales, si la intención era buena entre """"comillas"""".
El Señor que siempre nos está tendiendo una mano y siempre sabe cuanto sucede en nuestro corazón, se apiadó de mí, supo mi dolor, mi decepción, que toda una creencia -torcida y peligrosa- tenía que salir de mi vida, y sentí que una puerta en el cielo se abría para mí.
Pocos días después, supe que ya no los tendría más.
Ya no sufría de depresión, se había desvanecido por completo.
Como? El Señor me curó.
No solo me liberó de la nueva era y de un catolicismo profundo, sino que me curó esa enfermedad dolorosa y terrible, que probablemente de derivaba de esa apostasía en la que vivía sumergida desde hacía tanto tiempo, casi el mismo tiempo que la enfermedad.
Lo noté en un momento de esos de silencio, que tenemos en algunas circunstancias en las que estamos de pronto con la mente casi en blanco, que el miedo aquel, que como una sombra me amenazaba cada día con la sensación, de que cualquier cosa podía ser móvil para despertar la fiera de la ansiedad, y era como un tren de mercancías que se acerca y sin poder reaccionar, porque era como si no pudiese tener tiempo de evitarlo, te lleva por delante y te arrastra a los temblores y un desagüe por donde se va tu vida sin más. La sensación de impotencia, de dolor, de agotamiento y de desaliento era muy grande, y me dejaba sin fuerzas, con unas pocas lágrimas caídas por las mejillas, con el temor de cuando sería la próxima vez.
Por esta razón deseamos compartir con los demás nuestra experiencia de la relación que tenemos con el Señor, para que ellos dejen de sufrir y disfruten del gozo y la serenidad que el Señor pone en nuestro corazón, a la vez que escribe su Ley en él y en nuestra mente, preparándonos para poder vivir acorde con Su voluntad, guardando sus Mandamientos.
-Bueno, si hay Dios, pues esperemos que todo se arregle.
Les digo:
- !HAY DIOS!
DIOS Todopoderoso, Dos único viviente, que con su poder te sana, te cambia, y te ama como nadie puede hacerlo.
Tu Creador, el Creador del universo y de todo lo que hay en él.
Si crees que todo lo que sucede es de Dios la responsabilidad, estás equivocado/a, tú eres la persona responsable de tus desdichas, hay que ser honestos y reconocer que eres tú quien actúa, piensa, dice y siente, y cono todo ello el riesgo de errar, sino vas de la mano de Dios Todopoderoso, Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente, eres como oveja descarriada dando trompicones y tropezando continuamente haciendo de tu vida un desastre, pero lo haces tú.
Si no empiezas a dar el primer paso que es abrirle la puerta de tu corazón, nunca le conocerás, no podrás disfrutar de su amor, su ternura, su compasión.
Pide a Jesús que sea tu Salvador Personal, que te ayude a reconocer tus pecados y a pedir perdón por ellos, su misericordia es también para ti, no importa la edad que tengas, si no tienes La Biblia y nunca te interesó.
El Señor te la hará llegar para que la leas, la estudies, la sientas en tu corazón, y te enseñará a relacionarte con Él a través de la oración de cada día, te enviará los medios maravillosos que el Espíritu Santo podrá en tu corazón guiándote en cada momento, te llevará a ser bautizado en la forma correcta por "inmersión" entrando en el sepulcro con Jesús y saliendo con Él resucitados, te mostrará el camino a seguir en cada ocasión de dificultad o de conflicto, te enseñará también a escuchar Su voz en tu corazón, te consolará, es bálsamo Divino para nuestra alma.
Solo tienes que pedírselo con humildad.
La petición es abrirle la puerta de tu corazón a Jesús, agradece el gran sacrificio que hizo por ti muriendo en la cruz en tu lugar.
Es nuestro Salvador, nuestro Redentor, se lo vas despreciar?
Sabes que tu persona dejará de ser mundana y terrenal, absorbida por un montón de cosas superfluas, innecesarias y que pesan demasiado como poder ser libres, con ese equipaje no puedes vivir.
Lo sabes.
El Señor nos alivia de esa carga diaria que nosotros mismos ponemos encima con tanto que oímos y nos encaprichamos, un tren de vida mental y emocional que nos aparta de Dios.
Solo DIOS te puede rescatar de esa vida que te parece tan dura.
Clama al Señor y entrégale tu vida y conocerás la felicidad de verdad, un poquito cada día, y cada día un poquito más.
La felicidad no es una meta a la que se puede llegar, sino una manera de vivir y esta manera maravillosa, deliciosa como no hay otra, te la está ofreciendo DIOS, tendiendo su mano hacia tí con todo su amor y su misericordia.
El tiempo se acaba, no va a durar siempre este ofrecimiento, el Reino de Dios con Jesús a su diestra está a punto de venir a separar unos de otros, viene a recoger a su pueblo, el pueblo de Israel, el de antes y el de ahora, para que vivan con Él adorándole y felices por la eternidad.
Es la promesa más importante y verdadera que vas a recibir en tu vida, jamás ha habido ni habrá otra igual, y solamente tienes que aceptarla con toda tu alma, agradecido y entregarte a Dios para que haga su voluntad en ti.
Mi deseo es que igual que hoy es para mí gracias a la bondad suprema de Dios un deleite y un alegría vivir, lo sea para ti de ahora en adelante.
Y lo compartirás con la misma fuerza con la que te llega, por Dios te guiará a llevárselo a los demás.
!Empieza hoy!
Lola María. Shendha.