La Biblia es la revelación divina completa, y cada palabra es inspirada por Dios por medio del Espíritu Santo.
Dios es único y eternamente uno, y a la vez Él es también triuno como el Padre, Hijo, y Espíritu. Los tres son distintos pero no separados.
Dios en Cristo se encarnó para ser un hombre genuino y perfecto llamado Jesús. Él fue crucificado en la cruz, murió una muerte substitutiva para nuestra redención. Al tercer día se levantó de entre los muertos resucitando con un cuerpo glorificado. Ascendió a la diestra de Dios y fue hecho Señor de todos.
El hombre pecó y es pecador, y como tal cayó bajo el juicio de Dios. No obstante, por medio de la muerte substitutiva de Cristo el camino fue abierto para que el hombre sea salvo del pecado y del juicio de Dios. Cuando una persona se arrepiente ante Dios y cree en el Señor Jesucristo, recibe la salvación eterna, el perdón de pecados, justificación delante de Dios, e incluso paz con Dios. Con esto como base, una persona salva recibe la vida y naturaleza divina, lo cual hace de ella un hijo de Dios y un miembro del Cuerpo de Cristo en el cual todos los creyentes crecen y son juntamente edificados hasta la madurez.
Cristo vendrá otra vez a la tierra a recibir a Sus creyentes para Sí mismo. En la eternidad moraremos con Dios en la Nueva Jerusalén, la consumación de la salvación que Dios efectúa en Sus elegidos.