“¡CIERTAMENTE, EL BIEN Y LA MISERICORDIA ME SEGUIRÁN TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA…” (Salmo 23:6)
David no dijo: “Puede ser, posiblemente, o tengo el presentimiento”. No, dijo: “Ciertamente, el bien y la misericordia” (Salmo 23:6). ¡Con Dios es algo seguro! Santiago escribió: “...en el cual no hay mudanza ni sombra de variación” (Santiago 1:17b). Nuestro estado de ánimo puede cambiar, nuestra forma de pensar puede alterarse, nuestra devoción puede flaquear, pero Dios nunca cambia. Escucha: “si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a Sí mismo” (2Timoteo 2:13). En los peores momentos de tu vida puedes seguir diciendo: “Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán” (Salmo 23:6). ”me seguirán…”.Se parece a otra promesa que Dios hizo:“vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones…” (Deuteronomio 28:2). Fíjate en las palabras ‘seguirán’, ‘vendrán’ y ’alcanzarán’. ¡No puedes escaparte de ellas! Las bondades de Dios siguieron a Jonás hasta las profundidades del mar (Ver Jonás 2:3), a Daniel hasta el foso de los leones (Ver Daniel 6:22), y a Juan en el exilio, abriéndole el cielo (Apocalipsis 1:1,2). Detente y mira atrás: Piensa en los apuros de los que Dios te ha sacado, los líos que te ha ayudado a resolver, las puertas que Él ha abierto para ti, y ¿qué es lo que ves? Bendiciones que no te mereces, de las que no puedes escapar ¡y que son nuevas cada mañana!
¿”todos los días de mi vida”? Piensa en los días venideros y ¿qué ves? ¿Días en los que estarás sacando adelante una familia? ¿Días de trabajo en “un callejón sin salida”? ¿Días de soledad o de falta de salud? ¿Días ocupados en cuidar a un ser querido enfermo? ”Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida” (Salmo 23:6) “el bien” porque el Señor provee y ‘la misericordia’ porque Él perdona; ¡nunca pasarás un día sin esto!
Puede que digas: “Pero algunos días no siento la presencia de Dios”. ¡Entonces, en esos días confía en su promesa!